EQUILIBRIO TERRITORIAL
Ya no se trata de proteger un modo de vida en declive, se trata de nuestra propia supervivencia como sociedad cohesionada. Campo y ciudad se necesitan mutuamente para que la economía fluya de una manera ordenada, pero se impone un reequilibrio territorial que detenga y revierta el flujo de personas desde los territorios rurales hacia las grandes ciudades, redefiniendo los papeles que tocan interpretar a cada uno. Cada vez está más claro que no se podrá conseguir sin una apuesta política decidida y valiente, a través de un Pacto de Estado contra la Despoblación que consiga transferir un importante porcentaje de inversión a las zonas rurales despobladas. El objetivo debe ser crear oportunidades de desarrollo vital en el medio rural. Cuando se pueda percibir éste como un territorio capaz de prestar servicios avanzados a sus habitantes y visitantes, la gente podrá elegir libremente dónde quiere vivir y podrá optar por una ciudad o por un pueblo en igualdad de condiciones.